JESUS QUE TE MIRE MUCHAS VECES PARA DARME CUENTA DE LO QUE ME AMAS

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PULSAR Y RECITAR LAS ORACIONES Y LAS PROMESAS DE JESÚS

lunes, 22 de enero de 2007

EL PURGATORIO


La sabiduría popular dice: "No se va al Cielo así como así..." ¿Quién puede decir que siempre ha actuado bien en todas las circunstancias de su vida? Pocos de entre nosotros... Es la historia de esa mujer, sorprendida en flagrante delito de adulterio, que llevan ante Jesús. "Tiene que ser lapidada según la ley de Moisés, dicen los acusadores a Jesús. Y Tú, ¿qué piensas? Que aquel de entre vosotros que no tenga pecado le tire la primera piedra", les responde Jesús. ¡Un momento de silencio, muy pesado! Después, uno a uno, se van, "comenzando por los más viejos", comenta el autor del relato evangélico.

■ Dios es Amor y su reino, el "paraíso" o el "Cielo", es un Reino de amor. La mayoría de nosotros necesitaremos ser purificados, es decir, llegar a ser completamente aptos para vivir ese amor. Sin odio, sin envidia, sin violencia, sin rencor... La felicidad no tiene otro sentido. ¿Pero estamos preparados, al final de nuestra vida, a entrar de manera resuelta en esta luz de amor y de bondad que irradia de Dios sobre todos los bienaventurados?

"Para aquellos que, en el momento de su muerte, se encuentren en condición de apertura a Dios, pero de manera imperfecta, el camino hacia la plena bienaventuranza exige una purificación que la fe de la Iglesia ilustra a través de la doctrina del purgatorio." (Juan Pablo II, audiencia del 4 de agosto de 1999; cf Catecismo de la Iglesia católica, n° 1030-1032)

■ El purgatorio es una purificación, un "ajuste" en el amor. No es, de ninguna manera, una nueva vida. El purgatorio no es un lugar, es una transformación: el encuentro con Dios exige de nosotros que todo traza de unión al mal, al "no-amor", desaparezca. Esta purificación, es Jesucristo el que la realiza, y no nosotros. Pero por nuestras oraciones, nuestros actos de caridad, podemos ser asociados a Jesucristo en esta purificación de los difuntos. Es el sentido de la oración, de la petición de indulgencias y de las misas ofrecidas por los difuntos. ¡No es que Dios no pueda hacer esta purificación sin nosotros! Pero nos propone asociarnos a ella con un amor activo.

■ En cuanto a las almas del purgatorio - en estado de purificación- no están excluídas de la comunidad. Forman parte, en el "cuerpo místico de Cristo", de la "comunión de los santos". Ellas también pueden rezar por nosotros. Hay, por tanto, una verdadera solidaridad entre el Cielo, el purgatorio y los que viven en la tierra.

No es de la parte de Dios de donde faltara la misericordia. Tenemos la firme esperanza de que el Cielo estará bien lleno.

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