-«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
miércoles, 24 de febrero de 2016
lunes, 8 de febrero de 2016
lunes, 11 de enero de 2016
jueves, 10 de diciembre de 2015
JESÚS AMADO
JESÚS AMADO
¡Jesús
Amado! Qué conoces cada recoveco de mi corazón, Y su latido, y su quejido, Su
añoranza del tiempo perdido.
Quiero
llamar Tu atención si es posible, Para que mi pobre lamento sea oído, Y enderezcas
lo torcido.
Hagas
brillar lo entumecido, Y aparezcas, si estás escondido. Devuélveme la inocencia
perdida, quiero restaurarme, por tantas ofensas.
Quiero
pagar mis deudas, cometidas Por tantos apegos desordenados, quiero, que no me
sueltes de Tu Mano, Y en Tu Presencia Te lo Pido, lo más cerca posible. Yo sé
que me estás mirando… Y siento, cuanto he abusado de Tu Clemencia, Cuanto he pecado,
y he faltado a Tu Amor; a ese Amor, incondicional que me has dado, Y he faltado
a mis Hermanos. Te pido sinceramente perdón, perdón… ¡Perdóname! Devuélveme la
inocencia perdida, auméntame la fe, acógeme en Tu Regazo, Y mi amor, será
trasformado; mi corazón, se hará más grande, Para amarte en mis hermanos. Para
amarte en el Corazón de tu Madre, haz que me guíe, y me limpie con su Manto, Y
me Abra sus Brazos, para Seguir Amándote.
Por
Mercedes Ramos
lunes, 7 de diciembre de 2015
CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN INMACULADA CONCEPCIÓN




VIRGEN MARÍA
Que bonito sería
si nadie te rechazara,
si todo el mundo te amara,
a ti Virgen María;
y en cada amanecer todos
te saludaran con el Ave María.¡Qué bonito sería!
Y al anochecer
en todos los hogares,
rezando el rosario,
juntos en familia...
¡Qué bonito.qué bonito sería!
Pero por desgracia,
tantos te rechazan
y hasta te calumnian
y creen que con eso
dan honor a Dios,
y van por el mundo
con la frente en alto,
repitiendo a voces...
¡Señor, Señor...
contigo todo,
pero con tu madre NO!
Si pudieran contemplar
cara a cara al Señor,
en ella encontrarían
una queja de dolor
y llegaría a sus oídos
el eco triste de su voz...
¿Por qué se empeñan
en separarnos a los dos,
si donde se encuentra ella,
allí me encontraré YO?...
¿Por qué me la hieren tanto,
no comprenden mi dolor...
si ella me llevó en su vientre;
con su sangre me alimentó?
Su corazón y el mío
son un mismo corazón...
si la desprecian a Ella,
el despreciado soy Yo.

martes, 1 de diciembre de 2015
Cuatro cosas que producen una profunda Paz
CRISTO: Hijo, voy ahora a
enseñarte el camino de la paz y de la libertad verdadera.
El DISCÍPULO: Haz lo que dices,
Señor, con gusto te escucho.
CRISTO: Procura, hijo mío hacer
la voluntad ajena más bien que la propia.
Elige siempre tener menos, más bien
que más.
Busca siempre el lugar más bajo y
estar debajo de todos.
Desea siempre y pide siempre que la
voluntad de Dios se cumpla en ti perfectamente.
Mira, un hombre así entró ya en el
reino de la paz y del reposo.
EL DISCÍPULO: Pocas palabras,
Señor; pero ¡Cuánta perfección contienen! frases cortas, pero de
sentido profundo y abundante fruto.
Si fielmente las guardara, no me
turbaría tan fácilmente.
Porque siempre que estoy turbado y
triste, hallo no haber seguido esas máximas. Pero tú, que todo lo puedes, y
quieres siempre mi progreso espiritual, dame más copiosa gracia para seguir tus
consejos y alcanzar mi salvación.
“Señor y Dios mío, no te alejes de
mí; ven a ayudarme, Dios mío” (Sal 70. 12), porque me han asaltado pensamientos
diversos y grandes temores que angustian mi alma.
¿Cómo saldré sin heridas de este
combate? ¿Cómo los venceré?
Y tú me respondes: “Yo marcharé
delante de ti y a los arrogantes de la tierra humillaré (Is 45,2). Abriré las
puertas de esa cárcel, y secretos misteriosos te revelaré”
Señor, haz lo que me dices, y que
todos los malos pensamientos huyan ante ti.
Ésta es mi esperanza y único
consuelo: en toda tribulación refugiarme en ti; en ti poner toda mi confianza,
invocarte desde el fondo de mi corazón, esperando con paciencia hasta que me
consueles.
¡Oh, amable Jesús! Alúmbrame
con los rayos de la luz espiritual, y arroja de la morada de mi corazón todas
sus tinieblas.
Reprime mis muchas distracciones;
quebranta la furia de mis violentas tentaciones.
Señor, defiéndeme con la fuerza de
tu brazo, doma estas bestias feroces, mis pasiones que a placeres falaces me
arrastran; para que viva en paz bajo tu protección, y el santuario de mi alma,
la conciencia pura, resuene con himnos de gloria.
Manda a las tempestades y a los
vientos. Dile al mar: “Cálmate”, y al aquilón:“No soples más”, y habrá
luego gran serenidad.
“Derrama tu luz y tu verdad” (Sal
43, 3) sobre la tierra para que la alumbren, porque soy tierra estéril y
obscura cuando tú no me iluminas.
De lo alto derrama sobre mí tu
gracia. Baña de celestial rocío mi corazón. Riega con el agua del fervor la
tierra de mi espíritu para que rinda buenos y excelentes frutos.
Eleva mi alma oprimida por el peso
terrible de mis pecados. Dirige al cielo todos mis suspiros, para que
probada la dulzura celestial, me den náuseas los pensamientos terrenales.
Arrebátame, arráncame de todos los fugaces consuelos de las criaturas, porque ninguna cosa creada puede llenar plenamente mis deseos, ni consolarme.
Arrebátame, arráncame de todos los fugaces consuelos de las criaturas, porque ninguna cosa creada puede llenar plenamente mis deseos, ni consolarme.
Úneme a ti con el lazo irrompible
del amor, porque a quien te ama le bastas tú sólo, y sin ti, todas las cosas
son vacías.
Tomás de Kempis
domingo, 1 de noviembre de 2015
NUESTROS DIFUNTOS
"Una flor sobre su tumba se
marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la
recibe Dios", decía San Agustín. Cada 2 de noviembre la Iglesia recuerda
con mucho cariño a los fieles difuntos y por ello te recomendamos estas
oraciones por las almas de tus familiares que ya partieron a la Casa del Padre.
Por un niño
Señor, tú que conoces nuestra profunda
tristeza por la muerte del (de la) niño(a) N., concede a quienes acatamos con
dolor tu voluntad de llevártelo(a), el consuelo de creer que vive eternamente
contigo en la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por un joven
Concede, Señor, la felicidad de la
gloria eterna a tu siervo(a) N. a quien has llamado de este mundo cuando el
vigor de la juventud embellecía su vida corporal; muestra para con él
(ella) tu misericordia y acógelo(a) entre tus santos en el canto eterno de tu
alabanza. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por los padres y abuelos
¡Oh Dios! Nos mandaste honrar padre y
madre. Por tu misericordia, ten piedad de mi padre (madre) y no recuerdes sus
pecados. Que yo pueda verlo (la) de nuevo en el gozo de eterno fulgor. Te lo
pido por Cristo nuestro Señor. Amén.
En caso de accidente o suicidio
Escucha, Señor, las súplicas de tu
pueblo unidas a las lágrimas de dolor que sentimos por la muerte inesperada de
nuestro(a) hermano(a) N., y haz que alcance tu misericordia y goce para siempre
de la luz de aquella patria en que no hay más sufrimiento ni muerte. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oración en el cementerio el día de los
fieles difuntos
La costumbre de visitar los cementerios
el día de difuntos es una buena oportunidad para orar por ellos y afirmar
nuestra fe en la resurrección. Proponemos para esta ocasión la siguiente
celebración.
A/. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. T/. Amén.
A/. Bendigamos al Señor que, por la
resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer a una esperanza viva. T/.
Bendito seas por siempre, Señor.
A/. Hermanos: Todos tenemos familiares y
amigos que han muerto. Hoy los recordamos a ellos y a todos los que han
fallecido y los encomendamos a la misericordia de Dios. En este cementerio nos
unimos para afirmar nuestra fe en Cristo que ha vencido la muerte y nuestra
esperanza de que él vencerá también nuestra muerte y nos reunirá con nuestros
seres queridos en su reino de gloria. Que esta celebración nos anime a ser
fieles al Señor y a seguir los buenos ejemplos que nuestros familiares nos
dejaron en su vida. Comencemos reconociendo nuestros pecados ante el Señor
(momentos de silencio).
Tú que resucitaste a Lázaro del
sepulcro, SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que has vencido la muerte y has
resucitado, CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú que nos has prometido una vida eterna
contigo, SEÑOR, TEN PIEDAD.
A/. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna. T/: Amén.
L/. Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (6, 3-4. 8-9).
“Hermanos: Los que por el bautismo nos
incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos
sepultados con él en la muerte para que, así como Cristo fue resucitado de
entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una
vida nueva... Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también
viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los
muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él”. Palabra de
Dios. T/. Te alabamos, Señor.
A/. Hermanos: Invoquemos con fe a Dios
Padre todopoderoso que resucitó de entre los muertos a su Hijo Jesucristo para
la salvación de todos.
Para que afiance al pueblo cristiano en
la fe, la 28 esperanza y el amor, roguemos al Señor. Todos: TE LO
PEDIMOS, SEÑOR.
Para que libere al mundo entero de todas
sus injusticias, violencias y signos de muerte, roguemos al Señor.
Para que acoja e ilumine con la claridad
de su rostro a todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección,
roguemos al Señor.
Para que reciba en su reino a N. y N.
(se pueden decir nombres) y a todos los difuntos de nuestras familias, roguemos
al Señor.
Para que nuestra visita y nuestras ofrendas
de flores, velas y comida sean signos de nuestra fe en la vida más allá de la
muerte, roguemos al Señor.
Para que la fe en Cristo mueva nuestros
corazones para dar frutos de solidaridad y de justicia, roguemos al Señor.
A/. Oremos, hermanos, como Jesús mismo
nos enseñó.
T/. Padre nuestro... Dios te salve
María... Gloria al Padre...
A/. El Dios de todo consuelo, que con
amor inefable creó al hombre y en la resurrección de su Hijo ha dado a los
creyentes la esperanza de resucitar, derrame sobre nosotros su
bendición. T/. Amén.
A/. Él nos conceda el perdón de nuestras
culpas a los que vivimos en este mundo y otorgue a los que han muerto el lugar
de la luz y de la paz. T/. Amén.
A/. Y a todos nos conceda vivir
eternamente felices con Cristo, al que proclamamos resucitado de entre los
muertos. T/. Amén.
A/. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe
siempre. T/. Amén.
A/. Dales, Señor, el descanso
eterno T/. Y brille para ellos la luz perpetua.
A/. Que las almas de todos los fieles
difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. T/. Amén.
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